“Como empresarios responsables, como ciudadanos, y como salvadoreños, debemos poner primero los intereses de nuestra nación por encima de nuestros intereses particulares y sectoriales. Nuestros principios no son negociables. Sin Estado de Derecho no hay prosperidad”

Javier Simán, Presidente de la ASI

Desde la creación de la Asociación Salvadoreña de Industriales en 1958, hemos venido promoviendo y defendiendo al sector empresarial principalmente al industrial, intercediendo para generar las condiciones adecuadas para poder producir, conscientes que el crecimiento económico permitirá alcanzar los niveles de desarrollo económico y social que tanto anhelamos los salvadoreños.

Pero para generar las condiciones adecuadas se requiere un Estado de Derecho, con reglas claras, con seguridad jurídica y con una solida institucionalidad, y un sistema democrático que respete las libertades individuales de todo salvadoreños para buscar alcanzar sus propios sueños.  Por años, en búsqueda de ese Estado Democrático y de Derecho que nos permita crecer, hemos tenido que afrontar golpes de estado, guerras, conflicto armado, secuestros y atentados contra empresarios,estatización de empresas y leyes que nos ponen en desventaja frente a otros países que promueven y protegen la iniciativa privada.

 

Luego de 55 años seguimos en la lucha por eliminar obstáculos que nos restan competitividad y gestionamos políticas públicas que faciliten la inversión, la generación de empleos y el crecimiento de nuestra industria. Sin embargo, no podemos pretender promover nuestros intereses sectoriales sin antes defender nuestros intereses como nación.

¿De qué nos sirve una política industrial sin un Estado de Derecho, sin seguridad jurídica, y sin institucionalidad?

Desde hace un par de años venimos observando con indignación cómo algunas fracciones legislativas, con arrogancia y prepotencia, pretenden en bloque imponer sus propias interpretaciones de nuestra constitución, legislando a su antojo y conveniencia, pisoteando las leyes y la institucionalidad, ignorando fallos y resoluciones judiciales, y atribuyéndose más facultades que las que la misma constitución les otorga.

Venimos observando diferentes intentos de limitar las facultades constitucionales de la Sala de lo Constitucional, y diferentes amenazas contra sus magistrados para desarticular el trabajo y criterio independiente de la Sala, con el único propósito de lograr designar en su lugar a funcionarios sumisos a la voluntad política.

Es increíble ver como persiste un ambiente político hostil, que no contribuye en nada a generar el clima de confianza y seguridad indispensable para atraer nuevas inversiones y generar mayores oportunidades de empleo.

Algunos todavía se preguntan por qué la ASI promueve el respeto a la institucionalidad y el Estado de Derecho. Pues porque solo se puede lograr la prosperidad y el desarrollo sostenible a través de la libertad, la democracia y el Estado de Derecho.

Empecemos por ahí. Respetando y protegiendo los principios básicos que rigen nuestra manera de convivir, de gobernar y de impartir justicia. Sin estos principios básicos ninguna nación puede prosperar.

Porque para que la industria pueda producir y exportar más, pueda invertir más, pueda generar más empleos, necesita un clima propicio de inversión, un clima de confianza, de estabilidad, de seguridad jurídica, y nada atenta más contra esa estabilidad que la falta de respeto a la legalidad por aquellos mismos encargados de velar por su cumplimiento.

Para ellos, resulta incómodo que el sector privado sea la voz de alerta, y muchos desearían que los empresarios nos dedicáramos únicamente a nuestros negocios y a nuestras empresas.

Pero nuestros políticos y gobernantes deben comprender que no podemos comprometer nuestra democracia y un Estado de Derecho ni aún a cambio de nuestros propios intereses económicos.

Como empresarios responsables, como ciudadanos, y como salvadoreños, debemos poner primero los intereses de nuestra nación por encima de nuestros intereses particulares y sectoriales. Nuestros principios no son negociables. Sin Estado de Derecho no hay prosperidad.

Los países que han logrado mayores niveles de desarrollo y prosperidad, no son aquellos que tienen mayores recursos naturales, sino aquellos que tienen una sólida institucionalidad y un verdadero Estado de Derecho que garantiza la seguridad jurídica y la aplicación de justicia.

Nosotros nunca lograremos el desarrollo económico y social mientras se siga manipulando las leyes y las instituciones a conveniencia política. Solo podremos prosperar como nación cuando todos los salvadoreños sepamos respetarnos, y respetar las leyes. Cuando vivamos plenamente un Estado de Derecho.